Foto abstracto dschmieding

Reflejos y abstracciones de Carmen Cruz

Dicen que en el fondo de la mente de cada artista existe un modelo o un tipo de recuerdo recurrente, algo así como el paisaje de los sueños. La memoria, que en el caso de Carmen Cruz es el mar. Un mar con el que ella convivió desde que era muy pequeña, desde que vivía allá en Sidi Ifni. Un mar con olas desafiantes, un mar unas veces varonil y temible y otras femenino y tentador.

Un mar por el que siempre se ha dejado seducir, por eso va a su encuentro y contempla el rostro del sol cuando se inclina en su orilla. Observa los destellos que cruzan la espuma y examina el fondo de sus aguas, su placidez, su luminiscencia, el reflejo de las estrellas en las noches luminosas. La captación de la belleza, la luz y el colorido de esos espacios cargados de contrastes luminosos.

Y pinta sobre el tema del mar. con pinceladas muy finas el aire y las ondulaciones del agua, su movimiento soñoliento, los reflejos temblorosos y lo hace con tal fantasía que no parece que estemos ante una pintura sino ante una instantánea, ante un recuerdo.

Crea imágenes sinuosas, estimulantes, artísticas que simulan flores o quizás estrellas coronadas de matices más intensos. La danza maravillosa de la pintura y la naturaleza. Su particular paraíso. Y esboza los contornos de una “Orilla” y plasma el curso sinuoso o geométrico de sus olas, el efecto que queda del movimiento del agua al llegar a la arena.

El “Mar Embravecido” con dos planos: mar y cielo dividiendo la composición que está organizada por pinceladas rojas, cálidas y un cielo azul. Y crea “El torbellino” con una paleta de colores violentos y frenéticos, de extrañas e involuntarias oleadas de energía. Un remolino de formas y de luz  que nos despierta la curiosidad y nos evoca a una búsqueda en nuestro interior.

Y nos presenta seis formatos más, que Carmen Cruz los titula “Reflejos”, y que flotan ungidos por la luz de un mar en reposo, de secretos, de pinceladas que semejan los colores sucesivos que refleja un caleidoscopio.

 

Cartel expo contrastesEl surrealismo de Dunia Sánchez

Hace ya unos meses tuve también la suerte de presentar a Dunia Sánchez una pintora que a pesar de su aspecto tímido es valiente y trabajadora y poco a poco se ha ido afianzando en el panorama artístico de la isla porque ella no solo pinta, también escribe poemas con mucho entusiasmo y hace pinitos con la narrativa, con textos breves, sueños, donde nos sumerge en una  fantasía, en la conciencia de un mundo percibido por los sentidos.

Pero Dunia es ante todo una pintora que ha logrado prescindir del concepto de la realidad que nos rodea y  de la belleza tradicional. Y para ello no proyecta su creación, sino que se deja llevar por sus sentimientos y por su realidad íntima.

Se deja conducir por los sueños, las alucinaciones, el azar, el erotismo del deseo que son un método de conocimiento donde el ser humano se percibe, y capta la realidad de otra manera. Desde ese lugar central que llamamos imaginación.

Durante siglos pintores y escultores han representado el cuerpo humano a través del retrato y del desnudo. Y la obra que hoy nos presenta Dunia Sánchez se ocupa también de la existencia humana de esa existencia basada en el desnudo.  En imágenes del surrealismo, desnudos irreales sobre la mujer como objeto del deseo. Y nos ofrece imágenes antropomorfas, en la que descubrimos pecho, vientre, brazos, un ojo… Óleos que toman como fuente de inspiración el cuerpo humano, un cuerpo pendiente de completarse.

Así nuestra pintora pinta la anatomía femenina, su paisaje interior. Mujeres con miradas tristes que expresan quizás el dolor y el sufrimiento la crueldad y el miedo. Mujeres con cierta paz, con la alegría, la fe, la belleza, la pasión, el amor, el placer. Mujeres que van más allá de la estética y de la lógica. Mujeres especiales de donde  surgen aves que nacen de un brazo, de un pie o de un dedo. Aves protectoras que parecen estar vivas, pelícanos poseedores de un símbolo alquímico.

Dunia traza cuerpos desnudos de los que brota una Naturaleza como en el cuadro de la fertilidad de Frida Khalo: Raíces. Porque ella hace surgir hojas de plantas que parecen estar unidas a las arterias del cerebro, a las de las manos o al útero. Cuerpos despojados que se fusionan en un paisaje ilusionista.

Foto de Rosario Varcárcel

Rosario Valcárcel

Imágenes que no se sabe de dónde vienen ni hacia donde van, imágenes a veces tenebrosas, a veces sugerentes. Equívocas, ya que una misma cosa podemos interpretarla de varias formas. Imágenes que han sido creadas con llamativos colores para que con los ojos bien abiertos podamos ver más allá. Podamos descubrir la sorpresa y la ambigüedad, el guiño picassiano que con ojos silenciosos observan el drama de la existencia

Podamos descubrir la belleza que explora quizás en su propia interioridad, la belleza más humana de Dunia Sánchez.

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